Des-Igualidad



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Las aperturas de los sonidos provenientes de todos los posibles ángulos se juntan en una misma onda expansiva que termina por enterrar aquello que nos igualaba.

Uno a uno caen los poderes estándares de la vida y cada día temo por quiénes somos y en quiénes nos convertiremos.

Me da miedo enfrentar la realidad, aquella que nos aleja de lo conocido y de los conocidos.

“Asqueroso” y “de mierda”, dos palabras que se han vuelto adjetivos suprahumanos descalificadores y centralizadores de aquello que ignoramos.

Miedo e ira son un poco lo mismo, ignorancia de vivir.

No temo a que todo siga igual porque desde mi ventana no me mojo, porque abro y sale vida, porque hablo y soy escuchada, porque puedo llegar al fin sin estirarlo. Pero tengo un miedo tremendo a perder lo que me dijeron que debería tener.

No conozco otra vida que no sea esta; de un lugar a otro, de tanto en tanto, un día u otro, con cosas y sin ellas. Ignoro la abundancia e ignoro un poco la carencia. No sé de qué lado me siento menos cómoda.

Realmente merecemos todo esto.

Por primera vez no puedo ver más allá de un día; la ficción se vuelve la realidad y la realidad ya no existe, la pregunta se vuelve compleja se vuelve eterna y desinteresada ante la respuesta aguda y profunda del silencio.

Cosas van y cosas vienen, la fuerza extrema no tiene buenos, no tiene malos, no posee alma, ni objetivo. No comprendo a lo que vamos.

Las fuerzas se reorganizan mientras las personas se entregan al pánico provocado por esta incertidumbre y ¿quién gana con todo esto?

El silencio otorga.

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