Renuncia
En la vorágine de la vida, olvidamos lo que realmente es importante. Subyacemos a la materialidad irrelevante en nuestros procesos semivalentes.
Recurrimos a recursos externos para llenar vacíos superfluos que son un sin sentido, trágico estupor que nos perfora lentamente sin darnos cuenta, como una llave oxidada va goteando poco a poco hasta que carcome los cimientos.
Qué somos fuera de lo que vivimos, qué hacemos fuera de lo que trabajamos, en qué profundo mar de ideas nos tenemos descansando, cuáles son los méritos de los que nos jactamos.
Al adentrarse en aquellos pensamientos que se regocijan de precariedad, nos hacemos menos jóvenes y determinamos las causas de nuestras futuras renuncias, en la pasividad de las horas, morimos un poco cada día.
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