Valentía


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Solo un segundo de valentía se necesita para quebrantarnos y desaparecernos ante el infinito de posibilidades que nos entrega la vulnerabilidad a la que nos hemos expuestos voluntariamente.

Me entrego hacia ese camino violento de la exposición que facilita tu mirada a través de mí, y con ello desatas los más profundos miedos que me aquejan.

Inmóvil en mi posición de descanso ante la vida, espero en vano la llegada de tu ausencia inevitable, me subestimo al pensar que podrías si quiera permanecer oculto ante mis pensamientos, me esmero en que así no pase, pero no puedo controlarlos más de lo que me controlan a mí misma.

 

Respiro profundo y me preparo para ese segundo, pero las fuerzas del engaño me distraen hacia los millones de posibilidades negativas que tengo en este momento, un millón es a un millón esta vez.

 

El duelo me consume hasta el amanecer y al parecer me imposibilita a emitir una palabra justa o sencilla. ¿Es más menos posible que acaso pienses de alguna forma en lo que estoy pensando justo ahora? He sido un poco injusta conmigo últimamente.

 

Sin esforzarme demasiado logro solventar las ganas que tengo de pertenecerte; vienes tan fácil ante mí en estas noches, que pareces presente, sin embargo, no poseo hoy lo necesario para perderte así para siempre, entonces te dejo tal y como te encuentro, solo, en mis pensamientos idealizados en mis proyecciones indefinidas, en los cuentos imaginarios en que incluso la desdicha es imprescindible.

 

Tal vez no me merezca esto, tal vez no necesito ser valiente por un tiempo.




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