Ansiolítico equilibrado



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Extiendo los brazos para lograr el equilibrio esperado de un destacado profesional de la disciplina.

No logro encontrar los pedales que fulminan el camino recorrido velozmente, sigo esperando aquello que no sucede para nadie.

Intento ignorar los contratiempos de los pisos elevados, el viento y las constantes caídas que pueda conllevar la altura que llevo hasta este momento. ¿De verdad es toda la altura que necesito y quiero?

Importante es mantener el ritmo, importante es coleccionar argumentos que impidan la inminente caída, sobrellevar la espera, el contratiempo y las escaleras de retorno rápido.

Entiendo que finalmente no pasa nada, es parte de la vida, de las circunstancias ajenas, pero estoy en un permanente status de coma andante que me impiden caer, ¿acaso esto es acumulable?, tengo la energía ahora que me permite llegar a penas con calma.

Sigo, porque lo importante es continuar de alguna manera, con o sin, con la ausencia permanente de quien nunca estuvo, es obvio, pero nadie lo comprende, ni siquiera yo entiendo bien el caso que sostengo en este momento. Me aferro a aquello que sueño e idolatro con magnetismo simultáneo, con un peso que deforma el espacio en que vivo, lo fragmenta y lo segmenta en dos partes iguales de desesperación.

El equilibrio no es la clave ahora, es el desapego del inicio y las expectativas del final.


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